sábado, 30 de julio de 2016

Los sonidos de Manila

Cuando llegamos, cerca de las nueve de la noche, tras el denso tráfico desde el aeropuerto hasta nuestro destino final, Erlin nos enseñó parte de la gran casa en la que íbamos a vivir las próximas semanas. Las hermanas que todavía estaban levantadas nos recibieron con tal dulzura y alegría, que nos sentimos arropadas y acogidas con cariño.
Ventana "hermeticamente abierta"
Mi habitación es sencilla pero tiene todo lo necesario, sin que las cosas superfluas de las que estamos rodeados siempre, estorben o dificulten la limpieza y el orden. Las ventanas aquí son muy curiosas; una estructura metálica sujeta unas láminas de cristal horizontales que con una palanquita se abaten para abrirse como una persiana o se cierran de forma que todo queda "herméticamente abierto". Por fuera, afortunadamente una tela mosquitera impide el paso a invitados no deseables de tamaño mayor a los agujeritos. 
Pero el ruido no se asusta ante semejante aislamiento y las noches (especialmente la primera) resultan llenas de vida.
Parte del jardin y el gato "disimulando"
En nuestro mundo vivimos al margen de la luz y de los sonidos de la calle. Nuestro aislamiento es tal que, a veces, podemos ocultar el sol y dormir cuando es de día mientras que nos mantenemos en vela por la noche. Aquí estas ventanas de las que hablaba nos conectan en todo momento con el mundo exterior y la variedad de sonidos que se aprecian es infinita; además como siempre que salimos de nuestro entorno seguro y conocido, los sentidos se agudizan y, en este caso, el oído se hace protagonista trayendo a nuestro cerebro todo un nuevo mundo de sensaciones.
La obra de nuestros vecinos
Mi ventana da a un jardín arbolado y a un edificio colindante donde los Claretianos están construyendo un colegio (esta es una zona donde hay muchos colegios y universidades); nos han contado que tienen prisa pues trabajan veinticuatro horas siete días a la semana. Pues bien, parece que las primeras noches tocaba desmontar una parte de los andamios porque había un estruendo de hierros golpeados y arrojados abajo difícilmente imaginados y tolerados por nosotros en España a estas "deshoras".
Aunque está el jardín por medio, el rumor del tráfico también llega y no sólo el tráfico rodado sino que también se escucha algún que otro avión y, a pesar de la oscuridad, más de un helicóptero sobrevuela la zona.
Esto en cuanto a ruidos "humanos", pero se perciben al mismo tiempo una variedad de otro tipo de sonidos. 
Los gatos: lo que en un primer momento me pareció un niño llorando de forma desconsolada, derivó en un orfeón de maullidos que iban desde el cortejo gatuno hasta las peleas más fieras, lo que interpreté que debían ser las más terribles amenazas a los contrincantes del cortejo porque aún no domino el lenguaje gatuno. Tan cansados acaban los mininos de sus escarceos y disputas nocturnas que durante el día dormitan entre los árboles del jardín como si no fueran ellos los mismos que la noche anterior se hacían dueños de la noche. 
La lluvia
No son los únicos animales, hay unos pájaros cuyo aspecto desconozco que tienen un cantar muy extraño; un chirrido como cuando pasamos una bayeta por un cristal limpio (es lo más parecido que conozco para describir semejante cantar). Un gallo que debe cantar en tagalo porque tampoco despierta con el kikiriki de los nuestros. Y perros de un ladrido más internacional. 
Al amanecer, apenas hay luz cuando un par de personas se ocupan de barrer las miles de hojas caídas cada día de los árboles, con un escobón de caña empieza un cansino y rítmico sonido de arrastrar de las ramitas que forman el cuerpo de la escoba; este sonido dura hasta que otro más extraño empieza después de las seis y media: una voz monótona y cansina repitiendo una letanía diaria: one, two, three, four,....one, two, three four,...Asomándome por las láminas de cristal de mi habitación puedo ver cómo las "madres mayores" (que así llaman en español aquí a las monjas que ya superan los setenta y tantos años), hacen una gimnasia matutina a medio camino entre el tai-chi y la rehabilitación, que siempre acaba con una exhalación de aire con un grito cargado de energía que diríase de luchadoras de sumo más que de mujeres de edad avanzada.
También hay un sonido coincidente con el amanecer pero que puede ser escuchado a cualquier hora del día, que surge de pronto, de menos a más y va tomando intensidad como una oleada cada vez más cercana: debe ser un insecto parecido a las chicharras. De pronto empiezan a acallar el resto de los sonidos y, después de varios días, he comprobado que muchas veces son los heraldos de uno de los sonidos más espectaculares: el de las tormentas.
Ya ha habido varias de ellas y ahí sí que se hacen protagonistas de la noche (a veces más por la tarde). Empieza un repiqueteo cada vez más fuerte de lluvia y rápidamente el cielo empieza a oscurecerse y llenarse de unos rayos lo que iluminan todo, para avisarnos de que estemos preparados para el estruendo mágico y telúrico de los truenos. Es un sonido espectacular, que lo llena todo y hace que vibre nuestro cuerpo como cuando pasamos ante unos enormes altavoces en una feria o en un espectáculo de música al aire libre. Eso, sumado a que los tejados del edificio son de una especie de chapa ondulada, hace que el concierto de la naturaleza resulte impresionante; sólo el caminar tranquilo de las monjas de un lado a otro de la casa, siguiendo con sus quehaceres, hace que cada vez lo escuchemos con más tranquilidad como una más de las músicas de este lugar.
Y hablando de músicas ya acabo esta sinfonía filipina con las voces de las monjas. Cuando celebran misa o algún acto religioso, la casa se llena con la música que sale de la capilla ¿Cómo es posible que canten tan bien? Unos cantos melódicos, dulces, en inglés o en tagalo, a capela o acompañadas del piano y la guitarra, que calman el espíritu y serenan el alma.


domingo, 24 de julio de 2016

Un largo camino

La salida de la estación Linares Baeza fue el lunes 18 y la llegada aquí, a Manila fue el miércoles 20.
Tres días de viaje llenos de sensaciones nuevas. La inquietud por dejar atrás a mis padres y a mis hijos y a todas las personas importantes en mi vida, sólo se sobrelleva por la curiosidad, las ganas de seguir caminando, aprendiendo y, en definitiva, de seguir creciendo. 
Al emprender un viaje como este y comprobar en toda su magnitud, las enormes distancias que hay en nuestra tierra, siempre me admira la valentía y la capacidad de aquellas personas que alguna vez fueron pioneros, que se lanzaron a la aventura de viajes interminables y de destino no siempre cierto, La primera visita de un occidental fue la de Fernando de Magallanes, buscando las "islas de la Especiería". En este país se pueden encontrar influencias del continente asiático, taiwanesas, japonesas, musulmanas, españolas, americanas,...Todo esto hace de este país un crisol complejo del que aún apenas conozco nada. Pioneras fueron también las Siervas de San José cunado un día lejano emprendieron un camino en barco que les costó más de un mes de travesía para llegar hasta aquí y extenderse por otras zonas de Filipinas y más recientemente por Vietnam y Guinea Papua.
Como son muchas horas de vuelo, hay que hacer escala y la nuestra fue en Dubai; si veníamos a conocer realidades duras, esa cuidad fue una sacudida en nuestro camino, un mundo completamente distinto al que nos aguardaría más tarde en Filipinas.




Mezquita de Abu Dhabi

El cielo dubaití brumoso por el calor y la arena

Allí todo es exceso; un país en el que hace menos de un siglo sólo había pastores de cabras y pescadores. El hallazgo del oro negro en toda esta zona del golfo Pérsico, hizo que, como una gran torre de babel, monumento a la ambición, se iniciara una carrera desenfrenada por poseer "lo más": el rascacielos más alto, el hotel más caro, el anillo de oro y brillantes más grande (más de 65 kilos), el centro comercial más lujoso, la mezquita más rica, la alfombra más grande,....un sinfín de ambiciones absurdas que aquí toman cuerpo y hacen que sus habitantes oriundos se rodeen de riquezas, de lujos y de modernos esclavos; ciudadanos de otras partes del mundo que vienen aquí a trabajar para los emiratíes, todo ello bajo un sol plomizo caluroso y gris con una niebla densa formada por partículas de arena de los desiertos cercanos.
En Dubai nos encontramos a nuestra
 hada madrina particular
¡¡Gracias Soraya!!





No quiero decir que no me resultara muy interesante este alto en el camino, ya que supone un punto de referencia también para analizar estos tipos de vida, diametralmente opuestos a las realidades que he encontrado en mis voluntariados, pero que coexisten en nuestro mundo. Además con un clima de 45 grados y una sensación térmica algunos días alrededor de 60 grados, nos sirvió un poco de aclimatación para que lo que nos íbamos a encontrar en Manila no nos resultara tan grave.
Por fin Manila desde el cielo
Por tanto después de esta escala, nueve horas más de vuelo, y por fin llegamos a nuestro destino. La acogida de Erlin en el aeropuerto fue tan cálida y afectiva que Diana y yo nos sentimos como si hubiéramos llegado a casa.
En la furgoneta nos esperaba Thon, y los cuatro iniciamos el viaje a la que será nuestra casa las próximas semanas. Y aquí pudimos comprobar uno de los problemas de Manila: el transporte. Según Erlin, las carreteras siguen siendo las mismas pero los coches se han incrementado en número de una forma exponencial: ¡¡tres horas para recorrer 25 kilómetros!!
Una mezcolanza  de vehículos entre los que conviven coches modernos, otros más decrépitos, autobuses urbanos, motos, triciclos, bicicletas, y unos colectivos muy pintorescos llamados Jeepneys porque son antiguos jeeps militares pintados con colores muy vivos y con todo tipo de decoración. Y el mayor problema no es el número de vehículos, sino la forma tan agresiva de conducir: hay un escaso respeto por las normas de circulación: se cambia de carril sin  previo aviso, no se cede el paso (por eso no se pide) y las calles de sentido único no siempre lo son, pudiendo encontrar de pronto un vehículo cuando estabas tan confiado.
El clima es pesado; hace calor y una humedad la mayor parte del tiempo de un 100%. El aire acondicionado aquí no es un artículo de lujo sino un necesidad de primer orden, ya que sin él desplazarse en un vehículo o vivir en una casa puede resultar una prueba de supervivencia. Nosotras somos privilegiadas y podemos contar con él para dormir y desplazarnos. Por otra parte, la casa está llena de ventiladores diseminados por los principales estancias como un parque eólico en miniatura.
Nuestra llegada a la casa fue también muy grata pues todas las monjas nos recibieron con grandes muestras de cariño. No había ninguna española pero nos sorprendieron las más  mayores hablándonos un español bastante correcto aunque un poco olvidado, por los años o por el tiempo que hace que lo aprendieron.
Desde el día que llegamos ya hemos hecho unas cuantas actividades que os iré contando en próximas entradas.


Ya en casa

domingo, 17 de julio de 2016

Érase otra vez.....una maleta cargada

Ya falta poco para cerrar la cremallera de mi maleta de nuevo, para ponerla de pie sobre sus ruedas y recorrer los primeros metros de un viaje de miles de kilómetros.
Además de los artilugios necesarios, -que a veces son los que más nos preocupan cuando preparamos nuestro viaje y sin embargo son los más prescindibles-,  he cargado mi equipaje de otras muchas cosas.
En mi primer voluntariado iba con la firme intención de cumplir sueños; más tarde me di cuenta de que hay algo mucho mejor que cumplir sueños: COMPARTIRLOS. Porque es al compartir cuando todo toma sentido. Pocas actitudes hay que empobrezcan tanto como el egoísmo ya que acapara las cosas y las atrapa,  las encierra y las limita, las esconde y hace que se diluyan y se pierdan. El acto de compartir se convierte en magia y así, cuando compartimos una tristeza, se atenúa y se hace más ligera su carga y si lo compartido es una alegría, se acrecienta, se expande y se contagia.
Por eso este equipaje para Filipinas va cargado de ganas de compartir con vosotros todo lo que me depare el camino y la de ampliar nuestros horizontes, y comprobar (desde ese caballo de Troya alado que será mi avión), que las fronteras sólo son una invención del hombre para separar y dividir a los pueblos, que tras el horizonte que vemos, hay otro; que como continuidad de los horizontes de Europa, se abren los de Asia; que muchas horas después de dejar atrás el Mediterráneo, volvemos a encontrar otro mar, el de China, las Filipinas, el Pacífico,..todo en un desfile interminable de montañas, llanuras, ríos, mares,...perfectamente organizados en un baile de horizontes.
Llevo también ilusiones, y van intactas, como si fuera mi primer viaje, y las ganas infinitas de disfrutar de cada instante y de aprender.
Vamos a atravesar la vida durante este tiempo y vamos a crecer juntos; todo lo aprendido servirá para seguir llenando nuestra maleta de ilusiones, de generosidad, de entrega, de ingenuidad, de experiencia, de abrazos, de perfumes, de buenos sentimientos, de colores,,...y quien sabe de cuantas cosas más. Vamos a comprobarlo: ¡¡¡Empieza el viaje!!!




sábado, 9 de julio de 2016

De nuevo en camino

Han pasado casi dos años desde mi vuelta del Congo y lo siento aún tan cercano...
Tal y como he aprendido en estos años, el voluntariado cobra su auténtico sentido cuando volvemos a nuestro entorno y nos convertimos en la voz de los que se quedaron allí; cuando difundimos lo que hemos visto y lo compartimos con todos aquellos que también son sensibles a aquellas realidades. Durante este tiempo, con el comité de Linares, he vestido muchas veces mi vestido congolés para acercar realidades e intentar ser la "embajadora" de Midi, de Emilia, de Cleo, de Teresa, de Ana Lecti, de Lola,.....y de tantas otras que siguen allí entregando sus vidas al pueblo congoleño, a sus mujeres y sus niños especialmente. 
Estos dos años de trabajo nos han servido para sensibilizar a muchos de nuestros paisanos y para que se cumplan, entre otros, los sueños de las mujeres que se han estado alfabetizando en Lubumbashi, la construcción de pozos de agua potable, la equipación de la maternidad de Sainte Bernardette...He podido comprobar la felicidad que sienten las personas generosas y solidarias que nos han escuchado aquí, al ser conscientes de que su ayuda llega a donde es necesaria, conociendo los rostros e incluso los nombres de algunos de  los beneficiarios.  
Con nuestros granos de arena solidarios, estamos contribuyendo a levantar montañas y seguiremos haciéndolo. 
Este blog es "la continuación" del anterior "Compartiendo sueños, ascendiendo peldaños" que contó con vuestro interés y vuestro apoyo en mi anterior viaje

Ahora es el momento de iniciar una nueva aventura que nos llevará a Filipinas, unas islas que durante 300 años compartieron nuestra historia, fueron súbditas de nuestros mismos reyes y hablaron nuestro idioma.
Desde allí intentaré que mis palabras vuelen los casi 12000 kilómetros que nos separan, crucen todo un continente y lleguen hasta vosotros, traspasen vuestra piel y aterricen suavemente en vuestros corazones. 
Así completarán un recorrido que irá desde mis ojos a mi corazón y de ahí a los vuestros.
¡¡Allá vamos!!